Prensa

Becas para no dejar de estudiar

27/10/2008

Lunes 27 de octubre de 2008

Fue el mejor souvenir que podrían haber imaginado. No había terminado la fiesta y los invitados se preguntaban cómo podían ayudar.

Lucas ya había ido a misionar a Salta varias veces cuando se casó con Laura, en julio de 2004. Año tras año, con otros estudiantes de Derecho había visitado las escuelas rurales de la Quebrada del Toro y a nadie extrañó que una de las maestras y un alumno estuvieran invitados a la fiesta.

Pero el video, en el que los chicos de la quebrada saludaban a Lucas, conmovió a todos. No había terminado la fiesta y los invitados empezaron a preguntar cómo podían colaborar.

Todo fue rapidísimo. Un mes más tarde, para el cumple de Lucas ya estaba elegido el regalo: dar a esos chicos la posibilidad de estudiar. "Para que puedan tener libertad. Si no, vuelven a la vida de supervivencia", explica Lucas, hoy presidente de la fundación Grano de mostaza.

En ese momento, viajó el sacerdote Sigfrido Moroder, al que todos conocen como Chifri, a hacerse cargo de la parroquia salteña Santa Rita. Entre septiembre y diciembre diseñaron el proyecto y ese último mes de 2004 hicieron una convocatoria y se anotaron varios chicos.

Estudiar puede ser simple para un chico de estas latitudes pero resulta compleja para uno que vive en los cerros: "La escuela está a más de dos horas de mula y los padres llevan a los chicos los lunes y van a buscarlos los viernes", cuenta Mariano Federici, secretario de la fundación. "Hay muchos chicos con aptitudes pero acceden a la educación hasta noveno año, después para seguir estudiando tienen que vivir en la ciudad y es muy caro", agrega.

En una economía tan precaria donde todos los miembros de la familia colaboran, es difícil pensar que los mayores apoyen que los chicos sigan estudiando. "No hay una tradición de estudio, por eso es tan importante que decidan hacerlo", explica el sacerdote Gustavo Boquin, asesor espiritual del equipo.

Grano de mostaza fue una de las tres prácticas galardonadas este año con el Premio Comunidad, instituido por la Fundación Diario La Nacion, dedicado a reconocer y difundir prácticas educativas que faciliten la inclusión social.

Contener, la clave

Empezaron 20 y hoy hay más de 30 becados. Pronto se dieron cuenta de que, en este proceso, la contención era clave. La familia del chico elige a otra familia que lo reciba, en las ciudades de Campo Quijano o Rosario de Lerma. Cada mes, los chicos reciben útiles, ropa, calzado, viáticos para movilizarse y a esa familia se le entrega un bolsón de comida.

"La integración era uno de los desafíos más grandes", dice Silvia Raimundez, integrante del consejo. Por eso el acompañamiento y el sostén de los chicos de los cerros, alejados de sus casas, era tan importante. Tutores, clases de apoyo, referentes. Todo era poco. Sabían que el éxito de los chicos dependía de que se sintieran acompañados.

Para unirlos, para que tuvieran un lugar donde estudiar juntos y, a la vez, donde recibir a sus compañeros, la fundación alquiló una casa que se convirtió en la única biblioteca del lugar. Allí funciona también una sala de computación y se dan clases de alfabetización para adultos.

"Todo lo que le agregamos al programa son cosas que fueron surgiendo a partir de las necesidades que aparecieron, que nos cuentan los chicos", explica Mariano.

La logística no es tarea menor. Cuentan con la ayuda del padre Chifri y de Ana, pilares del nexo entre Salta y Buenos Aires.

"Estoy muy contento porque si no fuera por ustedes, ninguno de nosotros estaríamos donde estamos", asegura Víctor Hugo Vilca, 19 años, uno de los beneficiados. "Les prometo que voy a terminar mis estudios gracias a ustedes", les dijo Maribel Barboza , de 16.

"Darles la posibilidad de que elijan su futuro no significa desarraigarlos del cerro. De hecho, dos estudian enfermería, otro quiere estudiar turismo, todos con la idea de volver y mejorar su lugar de origen –cuenta Gustavo–. La idea es asegurar la equidad, para que elijan como cualquiera de nosotros."

"La educación los hace libres. Queríamos dar una mano al más frágil, para que la educación fuera el paso a un futuro mejor", sostiene Mariano.

Hoy buscan más padrinos, saben sostener a los chicos para que completen la escuela. Para sumarse al proyecto: www.granodemostaza.org.ar , fundgdm@yahoo.com.ar o 4328-9126

Los miembros de la fundación destacan las ganas de los chicos. "Haber sentido que podían y que confiaban en ellos es muy importante", dice Mariano.

Nota en la www.lanacion.com.ar

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